jueves, 29 de julio de 2010

Cuestión 1: ¿leer a teólogos?

Voy a plantear aquí las tre cuestiones que quedaron abiertas en el último Ágape. Trataré de enunciarlas como preguntas concretas, señalando aquello en lo que todos estamos básicamente de acuerdo o creo que debemos estarlo, y cuál es el punto discutido.

ACUERDO: Yo creo que todos estamos de acuerdo en que debemos mantener la pureza de la fe, y puesto que las enseñanzas de la Iglesia son imprescindibles para interpretar bien la Revelación de Cristo, debemos evitar contaminarnos con doctrinas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia. Como no es siempre fácil de juzgar cuándo algo está de acuerdo o no, hemos de  hacerlo con humildad y prudencia, no leyendo cosas que nos resultan imposibles de digerir por falta de formación y evitando aquello que resulta sospechoso. Además, tenemos que tener claro lo que está garantizado por la Iglesia (el Magisterio) y lo que no lo está, sabiendo que no hay autoridad doctrinal fuera de la Iglesia. Por tanto, por ejemplo, citar lo que dice un teólogo como argumento de autoridad, sea quien sea, no es válido. El único argumento de autoridad es el Magisterio de la Iglesia y aquello a lo que el Magisterio le concede autoridad. Creo que en esto estamos o debemos estar de acuerdo.

DISENSIÓN:
- Unos dicen que todo libro de teología es innecesario y debe ser evitado por los fieles; que la doctrina de la Iglesia, los escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia, las vidas de los santos y la Liturgia deben bastar para un fiel que ama la enseñanza de la Iglesia.

- Otros dicen que el Espíritu Santo también nos ayuda por otros medios, como buenos libros que nos ayudan a comprender la doctrina de la Iglesia; que esa confianza en otros también forma parte de la vida de la Iglesia (homilías, predicaciones, etc.), y que no por no estar garantizado hay que abandonarlo todo.

11 comentarios:

  1. Estoy más de acuerdo con la última opción. Creo que gran parte de la vida de la Iglesia se lleva acabo mediente ensañanzas "no garantizadas" que cada fiel debe discernir si le ayudan o le apartan de Dios, como las homilías de los sacerdotes, predicaciones, programas de televisiones o radios católicas, e incluso páginas web y blogs de Internet. Nada de eso está garantizado ni forma parte del Magisterio, pero nos ayuda mucho a conocer el Magisterio si es bueno, a aplicarlo a nuetsra vida, nuestros problemas y las cosas que nos interesan, etc.

    No obstante, es cierto que muchos se están dejando llevar por falsos maestros, y que hay que tener mucho cuidado con ellos. Alguien que no está bien formado en la doctrina de la Iglesia, que no conoce bien el Catecismo, necesita formarse antes de leer un libro que hace interpretaciones de la Biblia. Y debe evitar contaminarse con todo aquello que no está explícitamente basado en la propia doctrina de la Iglesia: hay muchos autores que en sus escritos ni siquiera se refieren a la doctrina de la Iglesia, o se refieren a ella para descalificarla. Esa es una prueba de que son falsos maestros.

    Hay que ser muy cuidadoso con ésto; gentes como Pagola, Küng, Castillo, etc., que son falsos maestros, desvían a mucha gente y la apartan de la Iglesia de Cristo. Y muchos otros que parecen fieles a la Iglesia, e incluso quieren serlo, pero se equivocan en sus doctrinas. Esto es más difícil de distinguir.

    Y creo que no debemos tener nunca seguridad en nada, fuera del Magisterio de la Iglesia. Todo lo demás hay que "ponerlo a prueba". Y nunca confiar a ciegas. Creo que esta advertencia parace exagerada, pero vivimos en el tiempo de los falsos maestros que desvían a muchos.

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  2. En el primer punto de disenso, dices "todo libro de teología es innecesario y debe ser evitado por los fieles". Yo creo que no es exactamente eso.

    Lo que debe ser evitado por los fieles son los libros de teología (especialmente de teología especulativa) que contienen errores y desviaciones doctrinales.

    La especulación teológica es la investigación racional de diversos aspectos de la Revelación y la propuesta de tesis novedosas sobre dichos aspectos. Como toda investigación, sólo con el tiempo es aprobada o rechazada por la Iglesia. Mientras no llegue el juicio eclesiástico, leer libros que contienen tesis sobre las cuales la Iglesia aún no se ha pronunciado es sumamente arriesgado, porque hay que ser perito en la materia, y perito fiel, para distinguir el error de la verdad en la especulación teológica.

    Los libros de teología, espiritualidad, de ascética, de moral cristiana, etc., que son absolutamente fieles al Magisterio, (o sea, que dicen la verdad, no el error) y que están debidamente aprobados por la Iglesia, sea por la licencia eclesiastica, nihil obstat etc., sea por su prestigio de rectitud y del buen uso eclesial que tradicionalmente se le haya dado; estos libros son buenos; siempre se ha recomendado en la Iglesia la lectura espiritual.

    Los autores de libros espirituales asimismo se han preocupado siempre de presentar sus libros con las debidas licencias para tranquilizar a los fieles.

    Lo que son innecesarios hoy en día para la inmensa mayoria de los cristianos, laicos o sacerdotes, son los libros de teología especulativa. Un libro de Chardin, de Kühn, o de Rahner, son teología especulativa. Puede haber algún libro bueno para los fieles, que explique de manera atractiva, o novedosa, o sugerente, algún aspecto de la Revelación. Entonces, si es bueno, que lleve licencia eclesiástica, y no hay problema en que los fieles lo lean, porque la licencia garantiza que no tienen error. Siempre se ha hecho así en la Iglesia, salvo en estos últimos tiempos, por negligencia de los obispos, que tienen el deber de hacerlo, como recoge el Código de Derecho Canónico.

    Los libros de teología especulativa que contengan errores y desviaciones son un peligro para la fe del pueblo de Dios. Los de teología especulativa que sean buenos, que no contengan errores, pueden ser buenos para aquellas personas interesadas en la teología especulativa. Aunque a la inmensa mayoría de los fieles, que no tiene ni la menor idea de la doctrina más básica de la iglesia y nunca ha leído un sólo párrafo del Catecismo de la Iglesia o de los Santos Padres, ¿de qué les puede valer un libro de especulación teológica por muy bueno que sea?

    Ha habido generaciones enteras de santos que no han tenido más que el catecismo, la Introducción a la vida devota, la Liturgia, y el kempis, y han alcanzado cotas increíbles de santidad. Hay personas que necesitan más la lectura espiritual y teológica. Cierto. Y esto es normal. Pero hay una inmensidad de buenísimos libros con garantías eclesiales que aprovechar y que leer. ¿Que otros fieles necesitan de la especulación teologica? No hay problema, siempre y cuando tengan la preparación doctrinal suficiente para usar el Magisterio de la Iglesia como lo que es, no una colección de documentos, sino un instrumento de inteligencia de las cosas sagradas, un sacramento de la verdad, una "liturgia de la inteligencia", como dicen los católicos árabes.

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  3. El problema es que cuando hablamos de libros de teología, en general, nos estamos refiriendo a libros de teología especulativa.

    La inmensa mayoría de los libros teológicos que se publican y que leen los fieles y religiosos, y que causan tanto daño, son de teología especulativa.
    Laicos y sacerdotes los leen sin tener ni idea del Magisterio, por lo que son vulnerables a sus errores, y sustituyen el Magisterio por libros de este tipo.

    Aquí reside el problema, en la substitución del Magisterio por la especulación teológica sin garantías.

    El Espíritu Santo nos auxilia con su Luz a través de la Iglesia. Aquello que procede de la Iglesia, viene con el Espíritu.

    Debemos ir siempre sobre seguro. Estar en vela. Atentos. Mantengámonos firmes, ceñida la cintura con la verdad (Efesios 6, 14) para soportar el peso de nuestra propia cruz y elevarnos con Cristo al Trono del Padre y del Cordero. Siempre preparados para el combate, desconfiando de nosotros mismos y configurados con Cristo por la Gracia, pues sin Él no podemos hacer nada (Juan 15, 5).

    Y al decir que sin Cristo no podemos hacer nada, decimos que sin el Magisterio no podemos hacer nada, pues nos enseña la verdad y sus lenguaje, y es acción sacramental de Cristo-Cabeza de la Iglesia.

    El Magisterio es la acción eclesial del Logos, del verbo Eterno. Sentir con el Magisterio, identificarnos con él, pensar con él, es identificarnos con el Verbo, con el Logos eterno y su Verdad Increada.

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  4. Con eso sí estoy de acuerdo. Leer un libro de teología especulativa, entendiendo como tal aquél donde se exponen doctrinas novedosas, y que no está aprobado por la Iglesia, es peligroso para aquél que no está muy preparado para hacerlo, y sabe perfectamente distinguir lo que es acorde a la Revelación de la doctrina de la Iglesia de lo que no lo es.

    Creo que no son teología especulativa los que tratan de explicar o de ayudar a comprender aquello que sí es doctrina de la Iglesia, como es el caso del libro "Lo que no podemos ignorar", de Budziszeuski (o algo así se llama el pobre hombre), que da explicaciones a la moral natural. Puede que algunas explicaciones no sean del todo correctas (yo creo que sí), pero el fondo de la doctrina es bueno. Lo mismo sucede con la interpretación de la Biblia, cuando la interpretación es nueva pero con ella se apoya una doctrina que sí es de la Iglesia. Eso se hace muy a menudo, porque la Escritura es tan rica, que continuamente aparecen detalles nuevos que apoyan la doctrina de la Iglesia. Esas interpretaciones pueden estar más o menos desacertadas, pero la intención y el contenido es bueno, y creo que puedne ayudar. Por ejemplo, quien nos dice que "Bethesda" significa misericordia, y con eso apoya la doctrina de la Iglesia y nos ayuda a contemplar la misericordia de Dios, podrá ser incluso errónea su traducción de forma involuntaria, pero no nos está haciendo daño. Por ejemplo, en uno de mis libros favoritos, la Leyenda Dorada, es seguro que muchas de las etimologías de nombres de santos tienen un poquito de más de inventiva, pero como se citan para paoyar cualidades que el santo verdaderamente tenía, creo que puedo leerlas con tranquilidad, sabiendo que pueden estar equivocadas, pero eso no es dañino.

    Creo que con esa puntualización, reconciliamos ambas posturas y enriquecemos el detalle de qué es lo peligroso.

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  5. Añadiría que hay que darle la debida importancia a la licencia eclesiástica, al nihil obstat, que es mejor comprar libros con nihil obstat que sin él.

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  6. Pues sí, sobre todo cuando tratamos de teología especulativa, eso es importante. En los otros siemrpe es mejor, claro, pero la verdad es que tenemos libros buenísimos que no son teología especulativa, que son verdaderas exposiciones comentadas del Magisterio, como el del Espíritu Santo y el de los Místicos del P Royo, el de María en la Biblia y los Padres de Mtnez Puche, o más ensayístico, sobre moral, "Lo que no podemos ignorar", de Budziszewski; además de algunas vidas de santos, los impresionantes de André Frossard "Dios existe, yo me lo encontré" y "No estamos solos", etc. Pero ninguno de estos es teología especulativa ni de lejos, todos se apoyan en el Magisterio. Mejor si tuvieran la licencia eclesiástica, pero sobre todo, la teología especulativa sin licencia, creo que sí es un peligro.

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  7. Respecto a los libros de teología que no tienen licencia eclesiástica creo que habría que dejar claras unas pautas prudentes de acción:

    1.- Hay obligación ANTES de leer de consultar acerca del autor y sus ideas.

    2.- Por la naturaleza de la lectura, debemos saber que los libros actúan en nuestro interior como el alimento en el cuerpo: insensiblemente y sin que lo podamos notar racionalmente; las ideas leídas alimentan la mente, sugestionan la imaginación y van nutriendo nuestra inteligencia. Las malas ideas realizan una acción retardada, van creciendo en la mente y en la alma con el tiempo, alimentadas por la concupiscencia y el maligno.

    3.-Leer libros que contengan ideas contra las verdades de la fe va contra la misma ley natural. Por consiguiente, hay que rechazar enh principio toda lectura que defienda o proponga algo contrario al magisterio o a la ley natural.

    4.- Antes de leer un libro de teología sin las debidas licencias, y que parezca ambiguo en su rectitud, podemos pensar como autoexamen: ¿es mi formación la adecuada? ¿He sido de alguna manera complaciente o negligente con mi formación en el Magisterio de la Iglesia?

    5.- Hay una obligación clara de despejar mediante el estudio espiritual las dudas de fe que tengamos, y antes de leer un libro dudoso que versas sobre materias dudosas, debemos resolverlas.

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  8. Creo que a la hora de estudiar, buscar consejo, o elegir libros de religión, debemos hacer como en general Santa Teresa de Jesús con su voto de elegir siempre la opción más perfecta de entre todas las opciones que se presenten. En este caso lo más perfecto lo mide el mayor grado de obediencia y fidelidad a la Iglesia en todos los sentidos. Es decir: virtud probada y verdad manifiesta.

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  9. En general, creo que tenemos que alimentarnos siempre de verdadera teología, la que nos ayuda a conocer mejor a Jesús y a seguir su camino, evitando como la peste lo que nos aparta de Cristo y de su Iglesia, que son Uno (-y no cabe hacre dificultad de ello-, como dijo Santa Juana de Arco).

    Cuanto mejor formados estamos, mejor podremos discernir los libros buenos d elos que no lo son, porque si encontramos cosas que son contrarias a la enseñanza de la Iglesia, nos daremos cuenta. Si no estamos formados y no smos humildes y prudentes a la hora de elegir lo que leemos, estamos expuestos a tragarnos cosas que son falsas sin enterarnos, lo mismo que hay gente que se traga un libro que interpreta mal el Evangelio y da una imagen distorsionada de Jesús.

    Es verdad lo que dice Alonso: los libros buenos y malos actúan muchas veces como el alimento, y a veces sin darte cuenta, te intoxicas. Y un libro bueno, en cambio, puede ayudarte muchísimo, puede cambiar tu vida. A mí, el libro "Corazón Inquieto" que narra la vida de San Agustín, me movió muchísimo hacia la fe.

    En cambio, veo una temeridad lo que hacen muchas personas: sin estar bien formadas en la verdadera doctrina de Cristo, se ponen a leer especulaciones que, de forma muy solapada para que no les puedan acusar de nada, presentan doctrinas contrarias a la fe, y engañan a muchos. Hace poco leí, para desengañar a un amigo protestante, un texto de Hans Küng -teólogo muy desviado- sobre la Resurrección. Decía las cosas solapadamente, de forma que era imposible señalar una frase explícitamente incorrecta. Y sin embargo, el relato daba a entender que Jesús no había resucitado con su cuerpo verdadero, y al hecho del sepulcro vacío le quitaba imporancia. Es un enorme error; la Iglesia siempre ha enseñado que Resucitó con su propio Cuerpo pero glorificado, y el Catecismo tiene una de sus más bellas páginas explicando esta dualidad: a)su propio Cuerpo, de carne y hueso - b) un Cuerpo glorioso, sin las limitaciones. Pero si alguien que no conoce bien esta doctrina preciosa y maravillosa que está en el Catecismo comete la temeridad de leer a Hans Küng sin haberse enterado antes de que es un teólogo muy desviado, puede dejarse intoxicar por sus falsas enseñanzas, y esto puede acabar afectando a su fe. Hace poco, hablé con un amigo que tiene 65 años y era creyente, pero débil; más bien muchas veces se apoyaba en su mujer, que tiene una fe algo más fuerte. Pues acababa de leer el libro de Pagola y había perdido completamente la fe. El libro le había "convencido", había perdido la confianza en la veracidad del Evangelio, y cuando le hablé del Espíritu Santo como inspirador de la Biblia, lo ridiculizó. Es un libro, por cierto, que incluso tiene licencia eclesiástica y, por lo que me han dicho, incluso se ha enseñado y alabado en una parroquia de nuestra Diócesis.

    Esto es una plaga, y hay que andar con ojo.

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  10. Por cierto, cuando a mi amigo protestante le dije que Hans Küng decía eso de la Resurrección de Cristo y alguna otra cosa más, dejó de recomendar su lectura, y dijo que Küng era un arriano (que no cree en la divinidad de Cristo, y por tanto no se puede considerar ni cristiano, los mismo que los Testigos de Jehová, los mormones, los de la New Age o hasta los musulmanes, que también tienen a Jesús como profeta).

    Hace unos meses, me regalaron un libro de Anselm Grün; hablaba de la gnosis cristiana. Yo jamás lo habría comprado ni leído, pero lo leí porque la persona que me lo regaló está un poco confundida en cuestiones de fe, y me pidió que lo leyera para poder decirle que me parecía, por que a ella le parecía maravilloso. Empecé a leerlo y me di cuenta de una cosa: el autor hacía una serie de afirmaciones para basar sus argumentos que me llevaban a tomar una decisión: o daba por supuesto que todo eso que me decía era verdad sin tener yo ninguna forma de asegurarme, o era imposible seguir el hilo. Es decir, tenía que tragarme lo que el tal Anselmo decía, como si fuese el oráculo. Por supuesto, lo que pensé es que ese libro no era adecuado para mi nivel, que era demsiado elevado para mí, y que cuando supiese más sobre el tema que trataba, entonces podría leerlo. Lo que me sorprende es que muchas personas leer a este Señor y tienen una formación incluso inferior a la mía, así que sólo cabe pensar una cosa: se lo leen tragándose todo lo que les dice, simplemente porque les parece bonito o creíble. Eso es propio de personas incultas en cualquier orden de la vida, pero en el caso de los temas religiosos, es más, es una temeridad, estamos poniendo en peligro nuestra fe.

    Hoy, como estamos en la "era del conocimiento", y todos tienen acceso a los libros que quieran, parece que se nos ha olvidado que aprender cuesta, que no se puede comer un filete si estás todavía con la papilla.

    Incluso para leer a buenos teólogos, que se basan en el Magisterio para profundizar en su significado, o para aplicarlo a problemas de nuestro tiempo,etc., es muy posible que no les podamos sacar el jugo, o que incluso lo malinterpretemos, si no estamos bien formados antes. Porque ese teólogo, a veces, puede dar por sabida y sobreentendida la doctrina de la Iglesia, y si nosotros no la conocemos, nos liamos y no le entendemos o le entendemos mal.

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  11. Estoy de acuerdo con todo cuanto dice Longinos.

    De hecho, ni el imprimatur es una garantía en una sociedad en que la avalancha de publicaciones contra la Verdad nos hace pensar en unas sociedad que tiene aversión al Creador y que está bajo el poder del maligno.

    Hay que ir por lo seguro, firmes en el Magisterio. Esta medida de prudencia tiene actualmente una enorme importancia precisamente debido a que existe una masiva edición de publicaciones que atentan solapada y subliminarmente contra todas las verdades cristianas y contra los fundamentos mismos de la Revelación.

    Y este ataque no sólo por parte de los enemigos públicos de la Iglesia, sino también por parte de quienes se presentan como sus "hijos" (autores de libros de teología, de espiritualidad, etc.), e incluso a veces amparados con la aprobación (imprimatur) de alguna autoridad eclesiástica como ha pasado con el libro de Pagola.

    No es éste un fenómeno nuevo: ya San Pío X advertía a los obispos:"no os confiéis por el hecho de que algún autor haya obtenido el Imprimatur en otra diócesis, porque puede ser falso o porque se le ha podido conceder con ligereza o con demasiada blandura o por un exceso de confianza en el autor" (San Pío X, Motu pr. Sacrorum Antistitum, l-IX-1910: en "Escritos Doctrinales" de San Pío X, Ed. Palabra, p. 402).

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