martes, 3 de agosto de 2010

La multiplicación de los panes y los peces

Me ha surgido varias veces este tema, que también nos planteamos hace poco. Es sólo un ejemplo, pero puede servirnos mucho hablar de él. Hay personas que dicen -erróneamente- que, por ejemplo, el milagro de los panes y los peces no fue tal milagro, sino que lo que nos muestra es una historia en la que todos compartieron lo que tenían, y sobró.

En este sentido, a veces hemos oído que el hecho de que hubiera milagro o no, tiene poca importancia, que lo importante es el mensaje: que si compartimos, habrá para todos.
 
¿Qué podemos decirles a estas personas para sacarles de su error?

26 comentarios:

  1. En primer lugar, tenemos claro que la interpretación de la Escritura debe ser acorde con la enseñanza de la Iglesia. Es evidente que la Biblia puede tener tantas interpretaciones como personas la leen, pero no todas son válidas. Si el Señor no nos hubiera dado la Iglesia para enseñarnos a interpretar la Escrituras y toda la Revelación, estaríamos divididos en miles de comunidades eclesiales, haciendo cada uno interpretaciones distintas, y muchas equivocadas. Somos así.

    Por eso el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios corresponde al Magisterio de la Iglesia, es decir, al Papa y a los Obispos en comunión con él (Dei Verbum 10, Concilio Vaticano II).

    Por tanto, si la interpretación de la Escritura debe ser eclesial y no individual, tenemos que atender a cómo la Iglesia, en sus enseñanzas, interpreta este pasaje.

    Pues una vez enfocado esto, vamos a contestar.

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  2. A veces, cuando trato estos problemas, me parece que es como filosofar sobre el mecanismo del chupete. Hemos llegado a tal grado de retorcimiento, que somo incapaces de reconocer lo más sencillo.

    Y es que los relatos evangélicos de la multiplicación de los panes y los peces son relatos de un milagro, no de otra cosa. Le dicen a Jesús que no tienen para comer, le dicen que sólo hay cinco panes y dos peces, anima a sus discípulosa que les den ellos de comer, bendice los cinco panes y los dos peces, dice que los repartan a la multitud, y al final recogen cestos y cestos de sobras. Es así. podemos pensar que compartieron lo que tenían, o que se lo bajaron los marcianos en un platillo volante, pero eso no es lo que dice el texto. El primer paso de la exégesis parece que no se estudia mucho y es: interpretar lo que dice el texto. Dicho en negativo: no imaginarse el texto. Sé que esto suena un poco tajante, pero es que sin sentido común no hay ni Escrituras, ni Tradición, ni Magisterio de la Iglesia que valga.

    Ahora bien, aunque el texto dice claramente lo que dice, que ahí se produjo un milagro, es lógico que a quienes les resulta imposible creer en milagros y creen sin emgargo en Cristo, les tiente buscar otra explicación, adaptando el texto a su propio axioma: "no hay milagros". Es lógico que en nuestra sociedad surjan esas dudas. Entonces, la cuestón no es interpretar el texto bíblico, sino responder a la pregunta de si los milagros existen, si Jesús hacía milagros, e incluso si sus seguidores, como Él prometió, hacemos milagros.

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  3. Muy bueno lo del mecanismo del chupete.

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  4. En cuanto a los milagros y su existencia, el testimonio de la Tradición de la Iglesia es tan unánime, que usar el axioma "no hay milagros" para interpretar la Escritura es equivocarse seguro.

    No podemos interpretar la Escritura partiendo de claves mundanas; no podemos hacer a la Escritura "pasar por el aro" de los gustos de hoy. Y evidentemente, si leemos los pasajes de las multiplicaciones de los panes y los peces en el Evangelio sin el prejuicio de que no puede haber milagros, vemos sencillamente que en los seis relatos evangélicos lo que se nos cuenta es un hecho milagroso.

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  5. ¿Seis relatos evangélicos?

    Sí, seis. Porque Jesús hizo dos veces el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. La primera se cuenta en los cuatro evangelios (Mt 14, 13-23; Mc 6, 30-46; Lc 9, 10-17; Jn 6, 1-15), y la segunda se cuenta en dos (Mt 15, 29-39; Mc 8, 1-9).

    Ambas veces, el milagro lo hizo junto al Mar de Galilea. La primera, fue cerca de Betsaida, al norte. Se habla de unos 5000 hombres más las mujeres y los niños. Andrés dijo que un muchacho tenía 5 panes de cebada y 2 peces, y después de comer llenaron 12 canastos de sobras.

    La segunda vez, había unos 4000 hombres más las mujeres y niños. Llevaban ya tres días siguiendo a Jesús, y él se temía que si les decía que se fueran ya a su casa, desfallecieran por el camino. Pregunta a los discípulos y tienen 7 panes "y algunos pececillos". Esta vez, después de comer todos hasta saciarse, llenan 7 canastas de sobras.

    En realidad, en el Evangelio se describen estas multiplicaciones dos veces más, porque el mismo Jesús se lo recuerda a los discípulos cuando están en la barca. Él les está hablando de cosas espirituales y ellos lo traducen de forma material, preocupados porque sólo tenían un pan para comer. Y entonces Él les recuerda los dos milagros, y esto se refleja a su vez en dos Evangelios (Mt 16, 5-12; Mc 8 14-21).

    Jesús les reprende por estar preocupados de cosas materiales y les dice, en el Evangelio de San Marcos: "¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?" Y les pregunta cuántos cestos de sobras recogieron cuando tenían sólo 5 panes y dicen: "Doce". Y luego, les pregunta cuantos cestos recogieron cuando tenían sólo 7 panes. Y le responden: Cinco". Jesús mismo, en el propio Evangelio, recuerda el milagro.

    Es una norma que la Escritura no se puede interpretar cogiendo textos sueltos, sino que se interpreta en el contexto de toda la Escritura. Pero esto ya es el colmo: pasar por alto que el propio Jesús, en el propio Evangelio, se refiere al hecho como milagroso, es demasiado. Y es evidente que Jesús les recuerda lo poco que tenían y en lo que se convirtió, para que los apóstoles no anduvieran preocupados por las cosas materiales. A quienes niegan el milagro, les vale la misma exhortación de Jesús a sus discípulos: "¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?"

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  6. De hecho, la enseñanza de Jesús en la barca, recordándoles a los discípulos que no se preocupen tanto de lo material, remite a otro pasaje del Evangelio, en el que Jesús les dice: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura" (Mateo 6, 33). La frase de la Nueva Vulgata es ésta: "Quaerite autem primum regnum Dei et iustitiam eius, et haec omnia adicientur vobis".

    Si nos fijamos, esto es lo que hicieron aquellas muchedumbres: sin preocuparse de qué iban a comer, siguieron a Jesús porque necesitaban de Él, de sus enseñanzas, de su sanación. Y Él se preocupó de darles, por añadidura, algo para comer. Así vemos como la enseñanza de este evangelio se va esclareciendo a la luz de la propia Escritura. Ésta sería una enseñanza "moral" del milagro de los panes y los peces.

    De paso, esto nos sirve para recordar los dos sentidos que puede tener la Escritura: literal y espiritual (alegórico, moral y anagógico). Ver Catecismo 116-117.

    Y los 3 criterios que fija el Concilio Vaticano II para interpretar la Escritura correctamente (ver Catecismo, 112):

    1. Prestar gran atención al contenido y la unidad de toda la Escritura.

    2. Leer la Escritura en la Tradición viva de toda la Iglesia.

    3. Estar atentos a la analogía de la fe (cohesión de las verdades de fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación).

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  7. Antes de seguir, quiero centrarme en un detalle del propio texto de la primera multiplicación, que aparece en el Evangelio según San Juan. Dice la traducción de la Nova Vulgata en Jn 6, 14:

    14 Illi ergo homines, cum vidissent quod fecerat signum, dicebant: “Hic est vere propheta, qui venit in mundum!”.

    Quiero fijarme en la palabra "signum". Traduce la Biblia de Nácar-Colunga, quizá con una traducción acertada pero un poco libre:

    "Los hombres, viendo el milagro que había hecho, decían: Verdaderamente, este es el Profeta que ha de venir al mundo".

    Creo que la traducción de la Biblia de la web del Vaticano es más exacta en esta palabra: "signo".

    14 Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo»

    ¿Qué es un signo? Es algo sensible que indica una realidad no sensible. Por ejemplo, el beso es un signo de amor. El estrechar las manos tras una disputa es signo de paz. Y la multiplicación de los panes y los peces es signo. ¿De qué? Según dicen esos hombres, de que Jesús es el Profeta que tenía que venir. Esos hombres no alcanzaban a comprender toda la identidad de Jesús, pero entendían que eso que acababa de hacer, era signo de que Jesús había sido enviado por Dios.

    Eso nos está abriendo la puerta al sentido espiritual del texto, como signo de que Jesucristo es un enviado del Padre. No sólo es "un" enviado más, es "el" enviado, "el que tiene que venir". Es un signo mesiánico, que presenta a Jesús como "el Mesías, el que tenía que venir al mundo" -en palabras de Santa María Magdalena (Jn 11, 27).

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  8. Por cierto, la Biblia en español que hay en la página del Vaticano es "El Libro del Pueblo de Dios". Se trata de una traducción hecha directamente del original hebreo y griego por Mons. Alfredo B. Trusso y Mons. Armando J. Levoratti. La misma traducción, en cuanto a la palabra "signo", aparece en la Biblia de EUNSA, de la Universidad de Navarra (Opus Dei).

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  9. Hay muchísimos hechos y enseñanzas en la Historia de la Iglesia en los que resuena este pasaje de la multiplicación de los panes y los peces.

    Antes, en la propia Escritura, tenemos un antecedente en el maná. El pueblo de Israel se atreve a ir al desierto siguiendo la voz de Dios, a pesar de que allí no iban a tener qué comer. Y Dios mismo provee su necesidad con el maná. Esto nos abre la puerta a otro sentido espiritual del milagro de los panes y los peces. Jesús se refirió al maná como un antecedente imperfecto, una analogía de la Eucaristía. Pues también en esta comida que Jesús da a su pueblo hay un paralelismo con la Eucaristía que Jesús da a su Pueblo para que no desfallezca.

    Yendo más allá, la propia Eucaristía es anticipo y prenda del Banquete Eterno. Y esta multiplicación de los panes y los peces presenta también una analogía de ese banquete celestial. Un banquete, precisamente, en el que el propio hombre no tiene lo suficiente para "autoinvitarse", y es Dios el que se apiada de Él y le invita. A este sentido de la Escritura, enfocada a las realidades eternas, es a lo que llamamos "anagogia", sentido "anagógico".

    Por tanto, brevemente, hemos encontrado varios sentidos a este pasaje, que se complementan entre sí (puede haber más):

    LITERAL: Jesús hace un milagro y da de comer a la muchedumbre que le había seguido. Muchos ven en ello un signo de que es el Mesías esperado.

    ESPIRITUAL
    - Alegórico: La Eucaristía. Jesús nos da de comer su Cuerpo por medio de la Iglesia, para que podamos seguirle sin desfallecer.

    - Moral: Debemos buscar primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se nos dará por añadidura. Que la preocupación por lo material no obstaculice nunca nuestro seguimiento de la voluntad de Dios.

    - Anagógico: Los que seguimos a Jesús estamos invitados al banquete eterno, un banquete al que no llegamos por nuestras propias fuerzas, sino que somos invitados por Cristo por medio de su Iglesia.

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  10. Por cierto, ya que estamos es el blog "Ágape", un paralelismo todavía más cercano puede hacerse entre estas interpretaciones y la costumbre del "ágape" de los primeros cristianos.

    Ágape significa "amor" en el sentido más pleno, en el de amar al otro por lo que es y no sólo por lo que me da o me gusta de él ("eros"). El ágape era una comida que celebraban los primeros cristianos después de leer la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía. Así compartían un rato de convivencia y confraternizaban entre sí. Aún se llama ágape a la comida que se sirve tras las bodas, por ejemplo, o al piscolabis que se sirve tras una conferencia, o en la inauguración de una exposición, y que permite a los asistentes dialogar distendidamente entre sí, conocerse mejor, etc.

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  11. Para avanzar un poco más en la cuestión sobre si había o no milagro, y como parece claro que lo que se refleja literalmente en la Escritura es un milagro, he querido buscar qué nos dice el Magisterio de la Iglesia sobre los milagros. Así que he buscado "milagro" en el índice del Denzinger, y he escogido el apartado donde se habla de los milagros como motivo de credibilidad. Entre otros pasajes, el principal al que me dirige esta entrada es nada menos que de la Constitución Dogmática "Dei Filius" sobre la fe católica, del Concilio Vaticano I (Beato Pío IX, 24.4.1870), que dice:

    "Sin embargo, para que el obsequio de nuestra fe fuera conforme a la razón (cf. Rom 12,1), quiso Dios que a los auxilios internos del Espíritu Santo se juntaran argumentos externos de su revelación, a saber, hechos divinos y, ante todo, los milagros y las profecías que, mostrando de consuno luminosamente la omnipotencia y ciencia infinita de Dios, son signos certísimos y acomodados a la inteligencia de todos, de la revelación divina".

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  12. LECTIO DIVINA

    Una de las tradiciones más beneficiosas en referencia al uso de la Sagrada Escritura en la Iglesia es la "Lectio Divina", que consiste en meditar la Escritura y ver quénos enseña para nuestra vida, en relación con nuestra vocación e intenciones, en las circunstancias actuales.

    A mí, esto que he leído, sobre todo aclarado a la luz del Magisterio dado en el Concilio Vaticano I, me dice que Jesús usó milagros para ayudar a la fe de sus seguidores.

    En cambio, yo varias veces he escuchado a personas piadosas despreciar los milagros en relación a la fe, y decir que "nuestra fe no debe basarse en los milagros", etc. Con esto, definitivamente me doy cuenta de que eso es una grave equivocación. Y pensando, me doy cuenta de que hoy escondemos los milagros como si nos diera vergüenza mostrarlos, hablar de ellos, cuando en realidad están hechos por Dios para ayudar a la fe.

    También he leído que, en un mundo racionalista, los milagros más bien parecen un obstáculo que una ayuda para creer. Otro grave error. Serán un obstáculo para creer en un "dios" natural, hecho a nuestra medida, un "dios" meramente ideológico, pero no son un obstáculo a la verdadera fe, todo lo contrario, son "signos" que al vapulear el racionalismo, el positivismo, nos muestran la evidencia de lo sobrenatural. Hoy, más que nunca, son necesarios los milagros para la evangelización.

    En particular, ahora entiendo como "signos de los tiempos" el hecho de que algunas pruebas milagrosas, estudiables por la ciencia, como la Sábana Santa o la Virgen de Guadalupe, estén aflorando precisamente ahora. Y que estas pruebas estén ayudando a muchos a creer. Ahora comprendo que el P Loring, que tanto éxito tiene en su apostolado, no desdeñe nada estas pruebas, todo lo contrario, que haga buen uso de ellas en su predicación. En concreto, él siempre dice, contestando a otros cristianos que le reprochan que use estas cosas, como si estuvieran de más en el mundo de hoy, que la Sábana Santa "ayuda a la fe".

    Y me acuerdo de que una amiga pintora, muy alejada de la Iglesia, se impresionó sin embargo al conocer que la imagen de la Virgen de Guadalupe sobre la tilma de Juan Diego carece de imprimación. Como pintora, se da cuenta de que pintar así una imagen es imposible. Y un médico amigo nuestro, antaño alejado también de la Iglesia, se conmovió también al ver a Santa Ángela de la Cruz incorrupta en Sevilla, muchos años después de su muerte. Como médico, es consciente de que detener la corrupción de esa forma es imposible.

    Es curioso que los milagros que hoy salen más a la luz para ayudar a la predicación son los más comprobables por la ciencia. Mucha gente confía en la ciencia, y cuando los propios científicos certifican que algo es inexplicable, se pone en evidencia la existencia de lo sobrenatural. Eso indica quela predicación que están recibiendo no es un invento humano, y en última instancia, invitan a creer en el milagro por excelencia, la prueba máxima de la fe: la Resurrección de Cristo.

    El P. Alejandro Muñoz, jesuita, varias veces nos dijo que replicaba a los que, escépticos, afirmaban que nadie ha venido del otro mundo para decirnos cómo es: "¡Si ha venido el mismísimo Dios, Jesucristo Resucitado, a contárnoslo...!, ¿quién más queréis que venga?"

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  13. Pero no quiero dejar pasar un detalle importante: en la primera multiplicación de los panes y los peces, el propietario de los cinco panes de cebada y los dos peces, es "un muchacho". Es decir, en ese momento, una persona tiene para comer de sobra, y unos cinco mil no tienen qué comer. Y aquel muchacho no puso objeción a entregárselo todo a los discípulos para compartirlo con los demás. Así que, claro que en ese pasaje, tomado literalmente, se nos está enseñando también la importancia de compartir. Es más, el milagro se hace gracias a que, primero, ese muchacho puso todo lo que tenía para compartirlo con los demás. Jesús podría haberlo hecho de otra forma, sin necesidad de esos cinco panes y dos peces, pero quiso hacerlo así. El segundo milagro, también se hace a partir de siete panes y algunos pececillos que, obviamente, también serían de alguien que no se los aferró para sí, sino que los puso al servicio de todos. Eso también nos enseña muchas cosas, morales y místicas.

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  14. Y aún diría más, y es que el compartir también es un signo. Forma parte, además, de la enseñanza moral que antes decíamos: buscar el Reino de Dios y su justicia antes que todo lo demás, que se nos dará por añadidura. Sobre esto, dice San Juan Crisóstomo, Padre de la Iglesia (vivió entre los años 347 y 407, contemporáneo por tanto de San Agustín y San Jerónimo):

    "Si se te propusiera convertir la hierba en oro o tener tanta virtud que despreciaras el oro como hierba, ¿no escogerías esto último? Y con mucha razón, pues esto es lo que mejor conquistaría a los hombres" (Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 46, 4).

    Es decir, los milagros son buenos para ayudar a la fe, pero la virtud es superior.

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  15. Sobre los milagros, pienso que quien no cree en ello es que no se da cuenta de lo que tiene alrededor. Porque la propia existencia es un milagro. En el contexto racionalista, si no hubiera Dios, lo "natural" sería la nada, pero existe el Universo y existimos nosotros. Aún más, dado que existe algo, lo "natural" sería el caos, pero resulta que está todo ordenado al milímetro por leyes físicas. Todo eso, no porque lo podamos observar continuamente es menos prodigioso, y sólo por eso ya podríamos tener el paso abierto para la fe.

    San Agustín, también Padre de la Iglesia, dice sobre eso:

    "Pero como los hombres, atentos a otras cosas, no consideran las maravillas de Dios, que sin cesar glorifican al Creador, se reservó Dios el hacer prodigios no ordinarios, para que los hombres, que están como aletargados, despierten con estas maravillas y le rindan adoración. Resucita a un muerto y el hombre se admira. Nacen miles todos los días y nadie se extraña. Sin embargo, si bien se examina, mayor milagro es comenzar a ser lo que no era que resucitar al que ya había sido". (Tratados sobre el Evangelio de San Juan, 8, 1).

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  16. Tu extenso y profundo comentario orienta muy acertadamente el enfoque de este tema.

    A mí, cuando era un muchacho sin preparación doctrinal, mi profesor marianista, en san Felipe Neri, me enseñó que el milagro de los panes y los peces no era tal milagro, sino que era compartir, etc. Lo recuerdo como si lo estuviera viviendo ahora mismo, porque me impactó negativamente. Se lo comenté a mi tutor, y me dijo que eso lo dicen personas que no creen que Jesús es Dios, que quieren negar su poder divino, su señorío sobre la creación. Hace muchos años de esto, y esta falacia contra el poder de Cristo sigue circulando por ahí.

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  17. Sobre la alegoría eucarística, dice el Catecismo en el punto 1335:

    "Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dio la bendición, los partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar a la multitud, prefiguran la sobreabundancia de ese único pan de la Eucaristía (cf Mt 14, 13-21;15, 32-39)".

    Fijémonos:

    1. El Magisterio de la Iglesia nos lo señala como MILAGRO.

    2. Los dispensadores de la comida son los discípulos, lo que señala la mediación de la Iglesia en el banquete Eucarístico.

    3. El Catecismo se fija en la sobreabundancia (recogieron cestos de sobras), imagen del sacrificio de Cristo, que es único y sobreabundante, y esto es lo que celebramos en la Eucaristía, el único y sobreabundante sacrificio de Cristo que pagó de una sola vez por todos nuestros pecados (1P 3,18: "porque también Cristo padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a Dios").

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  18. Alonso, es es precisamente la falsa fe a la que le estorban los milagros: la creencia en un Jesucristo que no es Dios, sino una especie de hombre ejemplar. Para esa creencia, los milagros no son necesarios, sino que estorban. En cambio, para creer que Jesús es Dios, los milagros ayudan.

    "Nadie puede decir "Jesús es el Señor" si no es por obra del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). Quien no lo proclama así, no puede ser tenido por cristiano. La divinidad de Cristo ha sido negada por los arrianos, por los gnósticos, por los musulmanes, por los Testigos de Jehová, y ahora por la "New Age".

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  19. Esto que has mencionado es de suma importancia:

    "Los dispensadores de la comida son los discípulos, lo que señala la mediación de la Iglesia en el banquete Eucarístico".

    La religión revelada salva a través de mediaciones, coherente con la Encarnación.

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  20. Opinar que Jesús no es Dios ya sabemos de donde viene. Directamente del Maligno disfrazado de exégeta.

    Así, bajo la excusa de moderna exégesis, se anula la razón misma de la Sagrada Escritura: hablarnos del Dios vivo. La Escritura pasa a hablar, sólo, del hombre sin Dios de este siglo, y de lo que le parece conveniente bajo la perspectiva de este mundo.

    "Y el Anticristo nos dice entonces, con gran erudición, que una exégesis que lee la Biblia en la perspectiva de la fe en el Dios vivo y, al hacerlo, le escucha, es fundamentalismo". (Jesús de Nazaret, Benedicto XVI)

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  21. Hay una cosa curiosa también del mensaje anticristiano, que observo muchas veces, y es hacer falsas dicotomías. En este caso, también se hace así. Ayer mismo leí un libelo nauseabundo que precisamente va en ese sentido de decir que no hubo ningún milagro aquí. Sigue una estructura que se ha hecho clásica en las desviaciones contemporáneas:

    1. Demonizar a los que defienden la ortodoxia, mostrándoles como antipáticos e intolerantes. P. ej., diciendo: "hay gente que se escandaliza y responde agresivamente cuando uno trata de preguntarse qué es lo que se produjo allí, si fue un milagro o fue un hecho prodigioso de otra naturaleza". Con eso ya se muestra su intención de apelar a las "vísceras" y no a la razón.

    2. "Reconocer" que en la Iglesia, hasta ahora, no "hemos" sabido explicar bien ese pasaje. Usan hipócritamente la primera persona del plural, porque luego el autor sí pretende explicarlo bien; así que lo que realmente se entiende es: "la Iglesia ha explicado mal este pasaje, pero no se preocupe, que para eso estoy yo".

    3. Hacer preguntas capciosas con falsas disyuntivas, que te obligan a elegir entre A o B. Por ejemplo: "¿qué nos enseña este pasaje, que Jesús multiplicó unos panes y unos pocos peces, o nos enseña a amarnos unos a otros y a compartir lo que tenemos?" El pasaje nos enseña ambas cosas, pero si uno no se da cuenta de que la pregunta tiene trampa, porque ambas cosas son posibles a la vez, uno, bajo una forma aparentemente tolerante como es responder a una pregunta, sin que ni siquiera el autor haya afirmado ni negado nada, se ha visto OBLIGADO a desechar una interpretación que es verdadera, como es el hecho de que Jesús hizo un milagro.

    4. En la falsa disyuntiva, la opción sobrenatural se muestra de la forma más antipática y fría posible, y la opción natural se muestra adornada al máximo, apelando a la bondad y el buen gusto del lector para que no elija la otra. Se utiliza un bien (en este caso la enseñanza de compartir) no por sí mismo, sino como excusa para oponerlo a otro bien (el milagro) que se desea menospreciar. Esto es un clásico: hemos visto como muchos, para apoyar el aborto, han criticado que la Iglesia no se manifieste contra la pobreza y el hambre. ¿Lo hacen por su preocupación por los pobres? Evidentemente no, se usa esa excusa para mostrar su rechazo a que la Iglesia defienda la vida prenatal: se usa un bien (la ayuda contra el hambre) no por sí mismo, sino para oponerlo a otro bien que se trata de menospreciar subliminalmente: la defensa de la vida prenatal.

    De hecho, se puede interpretar este fragmento de la multiplicación también en clave solidaria, ya lo hemos dicho antes: el muchacho da lo que tenía para comer para que Jesús pueda repartirlo. Esta interpretación la podemos leer, p. ej., al P Cantalemessa, en una estupenda homilía: http://www.fluvium.org/textos/lectura/lectura764.htm Pero esto no satisface a los desviados. No les sirve la solidaridad, si no es para negar el milagro. En realidad, como tantas veces, están utilizando a los pobres, el amor, la solidaridad, etc., no porque esto les importe un pito, sino para rechazar la enseñanza de la Iglesia.

    5. Se da mucha importancia a lo que interesa, por poco importante que sea. Por ejemplo, se dice que en los evangelios no aparece la palabra "multiplicación", como si, por no decir esa palabra, no se hablase claramente de una multiplicación. También se da mucha importancia a que Jesús partió los panes, diciendo que si los iba a multiplicar, para qué los partía. Se omite el hecho de que precisamente esa era la costumbre en el cabeza de familia, y que eso es lo que repetiría Jesús mismo en la Santa Cena. Pero todo vale cuando se trata de arrimar el ascua a su sardina. En cambio...

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  22. 6. En cambio, los hechos que estorban, se omiten sin más. Se omite, por ejemplo, que el mismo Jesús les recuerda la escena luego para que tengan conciencia del milagro.

    "Cuelan el mosquito y se tragan el camello..."

    7. El autor se presenta, sin decirlo, como un auténtico experto, señalando detalles que enmarcan el acontecimiento. A menudo son puras invenciones. En el que leí ayer, se decía que, como muchos eran pescadores, sabían los riesgos del mar, y como ya estaba cayendo la tarde y probablemente había subido la marea, se daban cuenta de que sería peligroso volver en ese momento. No sé si es que el autor cree que la marea sube por las tardes, pero da igual, porque el Mar de Galilea en realidad es un lago grande, y no hay mareas. Pura imaginación del autor.

    8. El autor no se pronuncia claramente. No dice: "no hubo milagro". Eso sería una grosería, pretender "estar en posesión d la verdad". Todo se hace con una apariencia de tolerancia, de humildad, como si el autor no se atreviera a dar una opinión tajante sobre el hecho. Es el lector el que tiene que responderse las preguntas. Sin embargo, todo en el texto le dice cuál de las opciones tiene que escoger para no ser un cenutrio, sino una persona culta y sensata.

    9. Y, por supuesto, no se cita ni el Magisterio de la Iglesia, ni las interpretaciones de los Santos Padres de la Iglesia o cualquier otra cosa que pueda oler a Tradición Eclesial.

    10. En cualquier caso, se dice, "lo importante no es si hubo milagro o no". Esto se dice hipócritamente, porque cada frase y cada coma del texto están puestas para conducir subliminalmente al lector a la negación del milagro, a la negación de la interpretación del Evangelio en la clave católica. En este caso, la intención verdadera que late en todo es negar la existencia del milagro, mostrando unas enseñanzas y una figura de Jesús que no van más allá de lo natural.

    Cada vez que me encuentro estas afirmaciones, como "lo importante no es si hubo milagro o no", pienso: si no es importante, ¿por qué dedica usted tanto esfuerzo a sembrar dudas sobre la interpretación que siempre ha dado la Iglesia? Si no es importante, cuando esté usted seguro, presente a los teólogos y a la Iglesia sus averiguaciones, y mientras tanto, no nos maree, hombre.

    Porque, en el fondo, al final de todo eso, lo que se pretende es llegar a decir que no es importante si Jesús es Dios o no. Un edificio tan sólidamente edificado como es la doctrina cristiana, el Maligno sabe que no lo puede derribar con ataques frontales: por eso estimula esta labor de zapa, de ir minando, destruyendo poco a poco, etc. En realidad, todas esas afirmaciones son pura hipocresía, porque es evidente que esos textos se escriben claramente con la intención de decir que no hubo milagro en este caso, minando la enseñanza de la Iglesia.

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  23. Al final, en estos textos desviados, no se ha afirmado nada manifiestamente incorrecto, nada a lo que un posible crítico, con la razón en la mano, pueda agarrarse para rebatirlo. Todo se hace en forma de preguntas; el texto es escurridizo y nebuloso, pero el mensaje, sin decirlo, es clarísimo: no hubo ningún milagro. Argumentos, no se ha dado ninguno, todo ha sido apelar a los sentimientos, al hecho de que la gente quiere responder a una imagen de cultos, tolerantes y de solidarios, que es lo que ofrece el autor subliminalmente a los que acepten sus postulados subliminales, para no ser un insolidario, un intolerante, un inculto... Pura bazofia.

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  24. Dìsculpen mi ignorancia en estos aspectos....Yo creo en un solo Dios verdadero, Padre, hijo y Espìritu Santo; asì como tambièn en la Santìsima Virgen Marìa, en Josè, en Jesùs. Tambièn en todos los Santos. Mi criterio sobre la vida y el pròjimo trata de imitar a la Madre Teresa de Calcuta. Considero que extender una palabra de aliento, el alimento el acudir al semejante es lo que quiere Dios nuestro Señor. Cada dìa que El me regala le ruego que ponga en mi camino aquel que necesita de una ayuda cualquiera..., estoy convencida que somos instrumentos del Seños nuestra Padre. Pido dìsculpas el no saber expresarme tan bonito como lo hacen ustedes pero con mi precario lenguaje he querido participar humildemente en este comentario. Los MILAGROS EXISTEN, mis ojos lo ven dìa a dìa. Gracias. y Amèn

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  25. Gracias por su comentario y testimonio.
    Dios le bendiga

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